Preciosa, aquel beso en la boca casi me hizo enloquecer

miércoles, 4 de enero de 2012

Día cinco. Litros de alcohol, corren por tus venas mujer


Fingí que me despertaba y allí estaba Andrea, tan guapa como siempre, ¡tan cambiada! No parecía ella, estaba mucho más guapa, si cabe. No sé por qué estaba pensando esto, era extraño, me había besado y yo filosofaba sobre su belleza. Le eché la culpa al golpe, y al sueño. Necesitaba dormir, mis ojeras eran tremendas.
- Álex. ¡Buenos días, estúpido! Me has dado un susto de muerte...
- Lo siento Andrea, de verdad... -ella se acercó y me besó en la mejilla. Eso siempre me sacaba de mis casillas.
- Mmm, te han dado el alta, ¿sabes? Pero me han pedido que te lleve a mi casa, después de la crisis de ansiedad que tuviste lo más aconsejable es que te distraigas.
- Está bien, no opondré resistencia. -no entiendo por qué, pero la idea de pasar la noche en casa de Andrea me resultaba emocionante.
Condujo su mini cooper rojo hasta llegar a su casa, al bajar sentí que me mareaba pero no dije nada. Entramos al hall.
- Ya sabes dónde está la habitación de invitados. -sonrío al mirarme.
- Claro, voy a echarme un poco si no te importa.
Eran las seis de la tarde, podía dormir una siesta. Cuando desperté eran las diez. Bajé a la cocina y ví a Andrea con un vestido negro ajustadísimo, me sonrío y me dijo:
- Idiota, hoy te vienes conmigo al pub nuevo del centro.
-Ni de coña vamos, tengo sueño.
- ¿Te he pedido tu opinión? Vienes y punto.
- Andre, no tengo ropa.
- Ve a mi habitación, en el tercer cajón de la cómoda hay.
Subí. Tenía ropa de hombre, de todo tipo, desde pantalones hasta sudaderas, pasando por ropa interior. Elegí una camiseta blanca, que combinaba con mis pantalones rojos, y mis converse blancas. Básico. Cuando bajé ella me esperaba en la puerta sonriente, parecía muy feliz.
- ¡Venga Álex, vamos!
Subimos al coche, llegamos muy rápido. El pub se llama "Fate", que traducido al castellano significa "Destino". Curioso nombre para un pub, sonreí yo solo.
- Venga, invito a una ronda.
La seguí, pero después de una ronda vino otra, y otra, y otra, y otra, perdí la cuenta de cuantas vinieron... Me sentía feliz, contento, con ganas de vivir. Andrea me invitó a bailar, bailamos juntos. A las cinco de la mañana Andrea me pidió que nos fueramos no podía con los pies. Al llegar a casa casi me caigo, llevaba demasiado alcohol en vena. Subimos cada uno a su dormitorio. Me saqué la ropa, y fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía pijama. Salí en bóxer hasta la habitación de Andrea, cuando iba a abrir la puerta ella salía. No sé que se me pasó por la cabeza pero la besé, la besé como si no hubiera mañana, como si todo el tiempo del mundo se viera reducido a ese beso. La cogí en brazos y la tiré sobre la cama..., es obvio lo que vino después.

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